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síndrome de la impostora
síndrome de la impostora

Síndrome de la impostora ¿Cómo saber si lo tengo?

17 de julio de 2024

Síndrome de la impostora ¿Cómo saber si lo tengo?

Si alguna vez has tenido pensamientos sobre ti mismo/a como, por ejemplo, “no valgo para esto”, “no soy tan buena como piensan” o “he conseguido X por suerte”, entonces, te doy la bienvenida al síndrome de la impostora. También se conoce como el síndrome del fraude y aunque no afecta únicamente a las mujeres, sí es más frecuente que en los hombres.
Se caracteriza por tener la sensación constante de que se está engañando a los demás, que lo que se ha conseguido ha sido por pura suerte y no por el esfuerzo, sacrificio, perseverancia, cualidades, etc. Que ese logro no es merecido y que se está arrebatando X (un puesto laboral, por ejemplo) a otra persona más preparada para ello y con más méritos.

Este síndrome lleva a que se cuestionen las habilidades propias y esconde un miedo enorme a que se descubra el verdadero “yo”, ese “yo” que es un fraude y que no es suficiente. Por tanto, está mantenido por creencias irracionales, vamos a tratar de identificarlo a través de este artículo.

¿Cómo identificar el síndrome de la impostora?

– A pesar de tener experiencia, formación y conocimientos en una área, dudo de ello, de que lo que sé es válido. Esto me lleva a cuestionarme y a empezar a leer, formarme y buscar validación externa.
– Atribuyo a algo externo lo que necesito para sentirme mejor profesional. Tengo la sensación de que voy a encontrar ese recurso (máster, curso, libro, etc.) que me va a proporcionar la sabiduría necesaria.
– Atribuyo cualquier éxito o logro que consigo a la suerte, a que era muy fácil o a que es algo que consigue todo el mundo. Resto valor y dejo de lado la importancia de las propias habilidades, el esfuerzo, etc.
– Siento que no puedo cometer ningún error y que, si lo cometo, es porque no sirvo. Busco la perfección y dejo totalmente de lado la idea de que todos nos podemos equivocar.
– Cuando hay situaciones que me requieren un mayor esfuerzo del que debería requerirme, me frustro y siento que no valgo para esto.

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Distintas modalidades del síndrome de la impostora:

Según el tipo de creencias, podemos identificar distintas modalidades:

– La experta: nunca voy a estar lo suficientemente preparada y dudo constantemente de mis conocimientos y capacidades. Esto me lleva a entrar en un bucle de formación con libros, conferencias, cursos, etc.
– La perfeccionista: mi nivel de exigencia es desproporcionado y me pongo metas muy altas o incluso inalcanzables, lo que me genera una constante sensación de frustración, de que no soy suficiente o no soy capaz.
– La “todoterreno” o superwoman: quiero demostrar que puedo con todo, sola, y me responsabilizo de cosas que no me corresponden. Veo el pedir ayuda como una muestra de debilidad y me genera una sensación de sobrecarga constante.
– La genia: los fallos no están permitidos y las cosas tienen que salir perfectas a la primera. Además, lo comparo con el pasado y si, por ejemplo, cuando era pequeña necesitaba poco esfuerzo para obtener buenas notas, pero ahora necesito esforzarme más o no lo consigo a la primera, pienso que ya no sirvo para esto, me frustro y tengo un autodiálogo destructivo.

 

síndrome de la impostora

¿Cuál es el origen del síndrome de la impostora?

Este síndrome es un reflejo de nuestro autoconcepto, de qué imagen tenemos de nosotros mismos, y está muy relacionado con la inseguridad y la falta de confianza propia, es decir, con la autoestima. En general, suele aparecer en situaciones novedosas que no hemos afrontado antes, pero también puede mantenerse en el tiempo, y que siga apareciendo por mucho que me exponga y enfrente dicha situación.

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En ese caso, muy posiblemente esté relacionado con el perfeccionismo y con la autoexigencia que, a su vez, se relacionan con haber tenido unos progenitores muy exigentes y un estilo educativo basado en la exigencia y en el sacrificio, o en el que el reconocimiento se ha enfocado más en el resultado que en el propio proceso.
La autoexigencia, el perfeccionismo y el diálogo interno basado en la autocrítica se utilizan como herramientas para intentar compensar esa sensación de no ser suficiente y esto genera una rueda:

– Parto de la base de que cuanto más me esfuerce y exija, más lo voy a conseguir.
– Esto me lleva a hacer cosas, pero dejo de lado otras cosas importantes como el descanso, el parar.
– Hacer cosas sin descanso lleva a que el cuerpo se canse, esto genera malestar y, entonces, aparece la procrastinación.
– La procrastinación me lleva a sentir que estoy fallando porque, claro, he dejado de hacer cosas y aparecen pensamientos del tipo “soy una persona vaga, no valgo”.
– Esto, de nuevo, me hace conectar con la idea de que, para valer, tengo que exigirme y esforzarme al máximo. El resultado es que siento que todo iría mejor si dejase de procrastinar, lo que me lleva, nuevamente, al hacer, hacer y hacer sin descanso.

¿Cómo manejar el síndrome de la impostora?

A continuación, os dejo algunos tips que pueden ser útiles para mejorar la autoestima y que esto permita manejar y dejar atrás el síndrome de la impostora:
– Generar un distanciamiento. Separar esa impostora del yo real, verla como una parte de mi pero no como algo que me describe y me representa. Puede ser útil darle forma, ponerle imagen, voz, etc.
– Análisis. Cuestionarme si eso que me dice esa parte impostora es algo que había escuchado anteriormente, dónde y de parte de quién. También mirar en qué situaciones o frente a qué personas aparece.
– Autodiálogo. Trabajar en mi voz interior, en lo que me digo a mí mismo/a, de forma que el diálogo interno sea mucho más autocompasivo y amable.
Tolerancia a la frustración. Prestar más atención a los aprendizajes que obtengo, a qué me llevo de las situaciones, independientemente de que lo haya conseguido o no.
– Celebrar los éxitos. No restar importancia ni valor a aquello que consigo, dejar de atribuir los éxitos a la suerte o a lo fácil que es conseguirlo. Aprender a compartir, a celebrar y a reconocer los propios logros.
– No compararse. Trabajar en compararse única y exclusivamente con uno/a mismo/a, en el reconocimiento propio, ¿qué he conseguido en este tiempo?
Recuerda siempre que tu valor como persona no depende de los éxitos que hayas conseguido. Pero llegar a este punto a veces es complicado… si te identificas con todo lo que hemos estado comentando, no olvides que los profesionales de la salud mental estamos para acompañarte en este proceso.

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