El sexo es visto como una actividad de goce y disfrute que genera placer y tiene múltiples beneficios, pero no siempre es así… ¿te ha pasado que frente a una relación sexual aparecen pensamientos del tipo: “no voy a llegar al orgasmo”, “a ver si hoy consigo lubricar o mantener la erección” o “no soy lo suficientemente bueno/a?”. Entonces, déjame que te presente a la ansiedad sexual.
Pero, antes de nada, ¿qué es la ansiedad? Es un mecanismo de defensa que nuestro organismo pone en marcha para protegernos cuando percibe estímulos amenazantes. Preocupado por nuestra supervivencia nos prepara para emitir una respuesta de lucha o de huida, y hasta aquí todo perfecto, pero ¿qué ocurre cuando ese estímulo amenazante no es real o sobreestima su peligrosidad? Pues que entonces aparecen las respuestas desadaptativas y nuestro funcionamiento se ve afectado.
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Toggle¿Qué es la ansiedad sexual?
La ansiedad sexual es una condición en la que aparecen preocupaciones excesivas y miedos irracionales frente a las relaciones sexuales, haciendo que la atención se centre en ellos y no en el placer que genera el acto sexual por sí mismo. Al no atender los estímulos erógenos presentes en el ambiente no se potencia el deseo ni la excitación sexual.
Y no solo eso, también se produce un bucle pues la interpretación que hacemos frente a las relaciones sexuales (preocupaciones y miedos) aumenta la probabilidad de que aparezcan dificultades (en la erección, lubricación, orgasmo, etc.), que se interpretan como fracasos, lo que lleva a hacer predicciones catastrofistas sobre próximos encuentros sexuales que, a su vez, aumentan la ansiedad.
Causas de la ansiedad sexual
Y ahora que hemos visto qué es, posiblemente surge otro interrogante… ¿cuáles son las causas de la ansiedad sexual? Existen muchas y muy diversas, pero vamos a comentar las principales:
– Educación sexual: aunque hemos avanzado como sociedad, el sexo sigue siendo un tema tabú envuelto en prejuicios, mitos y desinformación. Esto genera que la sexualidad se viva con vergüenza, culpa, como algo negativo e incluso que aparezcan sentimientos de no ser suficiente, al no coincidir lo que sabemos del sexo con la realidad de las relaciones sexuales.
– Preocupaciones: el sexo sigue supeditándose a la penetración, el orgasmo y la eyaculación, dejando de lado otros aspectos importantes de la actividad sexual como los besos, las caricias, las miradas, el sexo oral, etc. La relevancia que se otorga al coito lleva a que nos preocupemos por “estar a la altura”, haciendo que se anticipe un posible fracaso y disparando la ansiedad sexual. No olvides que el sexo puede ser placentero sin penetración ni orgasmo.
– Autoexigencia: pretender rendir al 100%, “dar la talla” siempre y desde el principio también produce ansiedad. Hemos de ser conscientes que, como en todo, no nacemos sabiendo y que las habilidades sexuales también se aprenden y se entrenan.
– Autoobservación: estar pendiente de si consigo y mantengo, o no, la erección, la lubricación, si llegamos al orgasmo, etc. hace que se adopte el “rol del espectador”, esto lleva a que dejemos de prestar atención a los estímulos sensuales y sexuales que están presentes, afectando negativamente a la excitación y deseo y, por tanto, a la respuesta sexual.
– Autoestima: la imagen que se tiene de uno mismo/a y las inseguridades (por ejemplo, el tamaño del pene, la forma de la vulva o la comodidad con el resto del cuerpo), una baja autoestima también va a determinar que vivamos las relaciones sexuales de forma menos cómoda, abierta y segura.
– Problemas de pareja: todo lo que ocurre en el vínculo de la relación tiene influencia en el rendimiento sexual. Una de las cosas más importantes es la comunicación, y en el contexto sexual hemos de trabajar en tener la suficiente confianza para transmitir, siempre desde el respeto, qué nos gusta, cómo y dónde y qué no, escuchar a la otra persona y ponernos en su lugar, demandar y atender demandas que nos hagan, etc.
Aprende a trabajar la ansiedad sexual
Pero claro, el objetivo es que el sexo aporte placer y disfrute entonces, ¿cómo podemos trabajar en que la ansiedad sexual desaparezca?
Os dejo algunos tips que os pueden beneficiar:
– Comunicación: habla de forma abierta y sincera de qué te ocurre, cuáles son tus preocupaciones y miedos. Normaliza y comparte la situación, así conseguirás que su importancia se reduzca y podrás sentir apoyo, comprensión e incluso alivio.
– Momentos de intimidad: desvincula el placer del coito, la actividad sexual va mucho más allá. Potencia y amplía la intimidad con juegos, masajes, caricias, cenas románticas… situaciones en las que el foco de atención no se centra en la penetración. Esto ayudará a que te relajes y puedas, poco a poco y cada vez más, disfrutar del sexo.
– Egoísmo positivo: estar pendientes del placer del otro hace que no conectemos con las sensaciones que estamos experimentando y afecta negativamente a la respuesta sexual, pues no se potencia la excitación. Poner en práctica el egoísmo positivo supone hacerse responsables única y exclusivamente del placer propio, cada uno debe responsabilizarse del suyo y de poner en marcha lo necesario para potenciarlo, como comunicar qué quiero y cómo.
– Información y expectativas: cuestionarse la información recibida sobre el sexo y no asumir que debe ser así, de lo contrario se generarán unas expectativas poco realistas que producirán ansiedad. Infórmate a partir de fuentes fiables sobre cómo funciona la respuesta sexual, las posibles reacciones, etc. Esto te ayudará a normalizar la situación.
– Técnicas de relajación y gestión del estrés: te ayudarán a manejar de forma más adaptativa los síntomas de ansiedad y a centrarte en el presente, en el aquí y en el ahora; esto te permitirá redirigir el foco de tu atención a la actividad sexual potenciando el placer, deseo y excitación.
Lidiar con la ansiedad sexual no es una tarea sencilla… esto son solo algunos tips que pueden resultar beneficiosos, pero no olvides que cada caso es un mundo y que los profesionales de la salud mental podemos acompañarte y guiarte en este proceso de forma que se potencie tu seguridad en las relaciones sexuales.
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