Tabla de contenidos
ToggleHemos crecido rodeados de mitos del amor romántico, ¿Existe realmente tu media naranja?
En la sociedad actual y sobre todo en nuestra cultura occidental, se ha venido construyendo un modelo afectivo-sexual llamado “amor romántico”, el cual se ha ido cimentando sobre valores como la monogamia y las relaciones estables y resistentes a cualquier adversidad. Tan sólo hace falta buscar entre los géneros cinematográficos y literarios más aclamados de las últimas décadas y nos daremos cuenta de que siempre se nos intenta inculcar la misma filosofía de amor: un amor inmenso, dañino, imposible; donde, a pesar de ello, sus protagonistas intentarán las mil peripecias hasta acabar juntos (muchas veces, incluso muriendo en el intento).
Todos estos mensajes, sin querer, acaban calando en lo más profundo de nuestra mente, dando lugar a innumerables mitos románticos que hacen de las relaciones amorosas una fusión totalmente envenenada. Y es que, si bien es cierto que el enamoramiento no se elige y es algo que surge de forma espontánea, el amor es algo que se construye, que se practica cada día. No elegimos de quién nos enamoramos, pero sí podemos elegir cómo amamos a esa persona y cómo construir una relación sana, bonita y duradera.
Pero claro, para construir algo nuevo, hay veces que hay que romper los cimientos podridos que ya tenemos, ¿verdad? Pues vamos entonces a disolver algunos de los mitos del amor romántico más famosos.
1. El mito romántico más conocido: La media naranja
El primero y más recurrente: la famosa media naranja. Todos hemos pensado alguna vez en encontrar a nuestra otra mitad, pero lo peor de esto no es creer que existe alguna persona por ahí esperando para completarnos, sino el hecho de pensar que estamos vacíos e incompletos y que hay alguien capaz de completar esas carencias.
Ya lo expresó muy bien John Lennon con su mítica frase:
“Nos hicieron creer que cada uno de nosotros es la mitad de una naranja y que la vida sólo tiene sentido cuando encontramos la otra mitad. No nos contaron que ya nacemos enteros, que nadie en nuestra vida merece cargar en las espaldas la responsabilidad de completar lo que nos falta”
Personalmente, a mí más que pensar en medias naranjas me gusta más pensar en frutas enteras…¿no? Piénsalo. Tiene mucho más sentido. La naranja tiene mucha vitamina C, pero el plátano, por ejemplo, tiene mucho potasio. Pues con las personas pasa lo mismo. Cada uno tenemos nuestras propiedades y particularidades y las demás personas no nos completan, en todo caso, nos complementan.
2. Quien bien te quiere… te hará llorar
Sacado de los peores mitos del amor romántico o del refranero popular del infierno, no lo sé, pero este sin duda es uno de los más traicioneros. Y es que no hay nada más dañino que el hecho de pensar que el amor nos hace daño, porque sólo desde esta creencia acabaremos normalizando un sinfín de actitudes y de situaciones que rozan el maltrato psicológico (y el físico).
Ya hemos dicho alguna vez en posts anteriores que el amor de verdad nos ayuda a crecer y nos impulsa a sacar lo mejor de nosotros y que estar enamorado no es estar cegado/a por la otra persona, sino admirarle y poder admirar también a la persona que eres en esta relación. Si la otra persona te hace daño, te hace estar constantemente preguntándote si esta relación va hacia algún lado y sobre todo, si te hace dudar de ti mismo/a… No es amor.
3. El amor todo lo puede
Bueno, es cierto que hemos dicho que el amor de verdad nos tiene que impulsar a crecer y a sacar lo mejor de nosotros mismos y no hundirnos en la más profunda miseria. Cierto. Pero aun así, el amor no es omnipotente ni tiene la capacidad extraordinaria de frenar cualquier adversidad o contratiempo para hacer que dos personas se amen sin que nada más importe.
Desgraciadamente este es otro mito del amor romántico, hay veces que el amor no todo lo puede ya que existen circunstancias, ajenas o propias a las personas que conforman la relación, que hacen que esta no pueda llevarse a cabo en los términos de bienestar que hemos estado comentando, por muchos sentimientos que haya de por medio.
¿Y qué tiene de malo pensar que el amor lo puede todo? Pues bueno, si estamos en una relación que por H o por B no funciona, pero donde queremos a la otra persona y la otra persona nos quiere también, no sabremos ponerle fin por el simple hecho de confiar en esta falacia. Así, nos consumiremos poco a poco sin darnos cuenta de que la realidad es bien diferente. Y es que dejar una relación cuando todavía hay amor es una de las situaciones más duras, y a la vez más necesarias, a las que nos hemos de enfrentar en la vida.
4. Los celos son una muestra de amor
Mucha gente confunde los celos en una relación con el amor hacia la otra persona. Los celos es una emoción secundaria, es decir, que está formada por dos emociones básicas, que son el miedo y la ira.
En este sentido, los celos se producen como una respuesta de miedo hacia el hecho de perder algo que nos importa, y si además ese algo que nos importa pensamos que es “nuestro”, esto va a desencadenar también una reacción de ira que va a dar lugar como consecuencia a los llamados celos.
Los celos no son una consecuencia del amor que una persona siente frente a otra, sino más bien una reacción secundaria a la inseguridad y al sentimiento de posesión que se tiene frente a la otra persona. Por supuesto, todas las personas podemos sentir algo de incomodidad o sentirnos alerta si creemos que nuestra pareja puede estar interesado/a por otra persona, y esto es normal, porque esta persona nos importa y no queremos perderla.
De ahí, que se active nuestra emoción de “miedo” como respuesta adaptativa y previsora de una posible amenaza. Sin embargo, de ahí a desarrollar actitudes patológicas y celotípicas hay un trecho.
¿Cuál es la diferencia? Pues sencillamente, que no todo el mundo tiene por qué sentir esa inseguridad inmensa (e irracional) porque decidimos o bien confiar en nosotros mismos como la elección que nuestra pareja ha hecho; o bien decidimos confiar en nuestra pareja y en su lealtad porque para eso hemos decidido estar con él o con ella.
Además, si por lo que fuese nuestra pareja nos fuese infiel siempre seguiríamos teniendo dos opciones en las cuales tenemos un poder decisivo y activo: o bien solucionar el conflicto desencadenante y retomar la relación; o bien, ponerle fin.
Pero en cualquiera de los dos casos, seguro que me estoy haciendo mucho más daño tanto a mi como a mi pareja adelantando situaciones que no han ocurrido.
5. Los polos opuestos se atraen
Bueno, bueno, este mito del amor romántico no es del todo falso, pero hay que tener mucho cuidadito con él. Lo cierto es que puede ser que, al principio, durante la fase de atracción, nos resulte interesante la gente que es diferente a nosotros.
Psicológicamente, tiene sentido que nos fijemos en las personas que son diametralmente opuestas en cuanto a nuestra personalidad ya que a veces, tendemos a reprimir ciertas actitudes o conductas en nosotros mismos y son esas mismas cosas las que, sin querer, acabamos proyectando en los demás a modo de fijación romántica.
Por ejemplo, si yo soy una persona súper responsable, que no me permito la espontaneidad o el que algo se salga de mi control, es posible que me fije en lo opuesto: la gente que se permite ser espontánea, despreocupada, vivir sin reglas… Sin embargo, esa conexión es fugaz y efímera y más tarde o más temprano acabarán saliendo a la luz incompatibilidades de carácter y de estilos de vida que harán imposible una relación a largo plazo. Así que, como dice la frase, ¡ten mucho cuidado con lo que deseas!
6. El mito de la unidad
Desde años inmemoriales se ha pensado que el amor de verdad lo es todo, que ocupa y eclipsa todas las áreas de nuestra vida y que si alguien nos ama de verdad deberá fusionarse con nosotros hasta que no quede ni la más recóndita parte de su esencia lejos de nosotros. Pero esto es un error gravísimo y es que para que una pareja dure en el tiempo se ha comprobado que se ha de compartir un terreno común, pero dejar espacio a las parcelas individuales de cada uno. Te lo voy a explicar de forma gráfica:
7. El mito de la totalidad
Muy relacionado con el mito de la unidad, llega el siguiente mito, el de la totalidad. Y es que claro, si me sobreidentifico y me fusiono con mi pareja, esto quiere decir que por consecuencia mi pareja me tiene que completar en toooodas las áreas de mi vida, porque si no, ¿qué sentido tendría esa fusión?
Es aquí cuando comienzan los sentimientos de vacío y de reproche y es que, por mucho que alguien se parezca a “esa media naranja” que queríamos conseguir, nadie puede completarnos al 100% en todos los aspectos de nuestra individualidad. Esto es absolutamente imposible y de ahí la importancia de seguir manteniendo actividades, hobbies, amigos, rutinas… por separado. Cuanto más completos y
felices nos sintamos en nuestra individualidad, más posibilidades tendremos de ofrecer una experiencia de amor genuina, sana y duradera en el tiempo.
8. El mito de la fusión sexual
Bueno, hasta ahora hemos hablado de amor romántico, ¿pero qué es el amor sin sexo? Porque vale, puede haber sexo sin amor… ¿Pero puede haber amor de verdad sin sexo? Pues bien, como sabemos el amor no es algo lineal, sino que es una experiencia que va cambiando y atravesando por distintas fases. Normalmente, al principio del enamoramiento, la experiencia sexual es mucho más fogosa y placentera para ambos miembros de la pareja, tendiendo a perderse esta intensidad a medida que van incrementándose otras variables como la intimidad o el compromiso.
Y esto es algo totalmente normal y no quiere decir que el amor se haya acabado o que debamos romper con nuestra pareja porque ya no existe la misma conexión que al principio, ¡NO! Simplemente quiere decir que la relación ha evolucionado, ha madurado, y ha llegado a otra fase también muy enriquecedora. Y no te preocupes que existen muchísimas formas de recuperar esa pasión escondida.
Por otro lado, ¿qué pasa si conozco a una persona y no tengo la conexión sexual que tenía con mi ex? Pues esto pasa muy a menudo y por desgracia, solemos pensar que entonces esta relación está destinada al fracaso y no es así. El sexo, como cualquier otra interacción, se moldea, se aprende, se habla, se practica…
¡La otra persona no tiene por qué leerte la mente y saber lo que te gusta! Es cierto que tu ex te conocía, sí, pero también puedes darle la oportunidad a esta persona de conocerte, ¿no? Y déjame que te diga otra cosa… Igual con tu ex te comunicabas muy bien en la cama, pero ¿fuera de ella también? Piensa si te merece la pena porque, muchas veces, lo de la “tensión sexual no resuelta” es cierto y nos pasa que tenemos más química sexual con quien no podemos realmente tener una relación completa y satisfactoria a todos los niveles.
9. El mito de la exclusividad
Como hemos dicho, el amor romántico siempre ha estado asociado al concepto de monogamia. De ahí que pensemos en la infidelidad como algo imperdonable y que pensemos que si nuestra pareja se fija en alguien más es porque nosotros ya no le gustamos o porque no nos quiere como al principio. Sin embargo, los conceptos de exclusividad, fidelidad y monogamia en las relaciones han ido evolucionando y dando paso a otros modelos relacionales donde incluso muchas parejas se plantean salir de la rutina con “intercambios” de parejas o “abriendo” la relación en función de los límites que ellos mismos fijan para ello.
Así pues, el hecho de que tu pareja se fije en otra persona, no quiere decir que ya no sienta por ti porque la exclusividad es tan sólo una noción. ¡Deshazte de los mitos del amor romántico!
La monogamia es un valor que solamente hemos adquirido los seres humanos. Por supuesto, esto no quiere decir que sea ni bueno ni malo, simplemente quiere decir que no hemos de tomarlo como lo biológicamente normativo y asumir que por el mero hecho de que alguien nos ame esto ya le impide fijarse en otra persona porque esto no es cierto.
Pero, por supuesto, si tú decides en función de tus valores que deseas una relación monógama y fiel, eso está genial y seguro que encuentras una persona que también busque lo mismo y al que no le suponga una renuncia el fijarse en terceras personas.
10. Los que se pelean, se desean
¿Y quién no ha dicho esta frase alguna vez en el recreo del colegio? Este es uno de los mitos del amor romántico que nos cala desde niños… Claro, desde la inocencia de la niñez es hasta divertido… El problema viene cuando esta frase se aplica a las dinámicas que pueden darse en las relaciones tóxicas durante la adolescencia y la edad adulta.
Como ya hemos dicho, no basta con quererse, hay que quererse bien. Y si dos personas se pasan todo el día discutiendo, haciéndose daño y sacando lo peor de sí mismos, pues quizás no están hechas para estar juntas por mucho que se quieran. Y hay veces que, aunque es muy doloroso decir adiós, es mucho más doloroso seguir.
¿Te acuerdas de la historia de la ranita que te conté en otro post?
11. Un clavo saca otro clavo
Bueno, este es otro de los mitos del amor romántico archiconocido… ¿quién no ha intentado alguna vez olvidar a una persona con otra? Y ya de paso poner un poquito celoso/a a su ex… Pues bueno, la verdad es que psicológicamente no es la mejor opción porque no estamos dejando que el proceso de duelo siga su curso habitual.
Imagínate que tienes una herida super infectada y dolorosa. Normalmente, lo que habría que hacer es limpiarla, desinfectarla… Después ya cuando estás segura de que está curada puedes ponerle una tirita. Pero si te vas con otra
persona es como si rápidamente pusieras la tirita para no ver los cuidados que necesita esa herida. ¿Qué pasaría? Pues seguramente, cuando quitases la tirita la herida estaría mucho más infectada. Esto es lo mismo… Si tú no sanas primero tu dolor lo que vas a hacer es proyectar las cosas que no funcionaron en la relación pasada en esta nueva persona, que por cierto, no tiene ninguna culpa de lo que ha ocurrido.
Por supuesto no tienes por qué pasar 10 años encerrada en tu dolor, pero sí un tiempo prudencial y poco a poco ir retomando tus rutinas con amigos, hobbies, deporte… ¡Te vendrá mucho mejor!
12. Mitos del amor romántico: “el para siempre”
Pues sí amiga, yo también me había creído el famoso “y vivieron felices y comieron perdices…”. Pero la vida no es una película de Disney, por suerte, y tenemos cosas mucho más interesantes que hacer que vivir esperando que venga un príncipe a rescatarnos. Hay historias que duran muy poco y en nuestra cabeza, permanecen una eternidad… Pero son estas historias las que escriben nuestra identidad y nos hacen ser quienes somos. Lo bueno de que una historia no sea para siempre es que puede haber muchas más historias y lo mejor de todo es que tú siempre puedes decidir (en gran parte) cómo empieza y cómo acaba cada una de ellas.
Así que ya sabes…. Deja de creerte todos estos mitos y empieza a escribir tu propia historia, ¡te acompaño!
¿Has pensado en donar óvulos?