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Toggle¿Tu relación de pareja va mal? Estas son las 7 actitudes que pueden estar dañándola
¿Sientes que, con el paso del tiempo, tu relación de pareja ha cambiado? ¿Te planteas dónde están esas sensaciones que teníais al inicio de conoceros? Permíteme decirte que esto es algo totalmente normal y que ocurre en todas las parejas, ya que el amor no es algo lineal, sino que va evolucionando y pasando por 3 fases diferentes:
– Fase 1: atracción sexual. Aquí se idealiza a la otra persona, prácticamente la vemos perfecta, sin defectos, y existe una enorme pasión y deseo sexual. Es aquí donde se llevan a cabo “las locuras por amor”.
– Fase 2: amor romántico. Aunque las conductas románticas siguen estando presentes, la idealización de la pareja disminuye, se debilita y estabiliza la pasión y el deseo sexual entre ambos y pueden empezar a aparecer la rutina en la relación.
– Fase 3: vínculo y equilibrio o amor maduro. En esta fase sigue reduciéndose el romanticismo, la pasión y el deseo sexual, pero hay un mayor compromiso, conexión y confianza entre ambos. Es una etapa de estabilidad y apego en la empiezan a construirse las bases y pilares de la relación de pareja.
Esto no quiere decir que el amor se termine o que se apague la chispa en la relación, sino que conforme va pasando el tiempo ese amor va cambiando, el amor pasional se va transformando y dejando paso a un amor más maduro y comprometido. Y es en este punto cuando van adquiriendo importancia las actitudes y dinámicas relacionales dentro de la pareja, es importante que la cuidemos, que nos impliquemos y sepamos reconocer y dejar de lado actitudes que pueden dañar y deteriorar la relación.
Actitudes que dañan tu relación de pareja:
Celos, desconfianza, posesión y control.
La confianza es un de los pilares más importantes en la construcción de una relación de pareja saludable. La presencia de celos indica que existe desconfianza en, al menos, uno de los miembros y si esto no se trabaja y se mantiene en el tiempo, daña el vínculo entre ambos y puede llegar a producir frustración, distanciamiento emocional, ira, ocultación de información y aislamiento en la persona que los recibe.
La desconfianza por parte de uno o ambos puede llevar a la presencia de conductas poco saludables como son no respetar la privacidad, espiar el móvil, interferir en la relación que tiene con otras personas, vigilar constantemente lo que hace, pretender que invierta todo su tiempo en la relación y que abandone actividades, hobbies o todo aquello que no se realice en pareja, etc. Esto genera sensación de invasión y de opresión, además de tristeza, rabia, frialdad y frustración.
Mala comunicación
En ocasiones transmitimos a nuestra pareja algo que nos ofende, nos molesta o con lo que no estamos de acuerdo de una forma negativa, es decir, a través de críticas agresivas, de palabras despectivas o hirientes, burlas, sarcasmo o reproches; e incluso podemos llegar a ignorar los problemas, dar por hecho que desaparecerán, aunque no se hablen, y todo volverá a ser como antes. Todo esto tiene consecuencias negativas en la relación ya que pueden surgir sentimientos de invalidación, humillación,
ofensa, distanciamiento emocional, falta de compromiso e incluso dañar la autoestima. Por tanto, es fundamental saber expresarnos de forma clara, directa y siempre desde el respeto.
Desinterés sexual
Existen múltiples factores de nuestro día a día que afectan al deseo sexual o nuestra libido como es, por ejemplo, el estrés. La pérdida de interés sexual por parte de un miembro de la pareja puede afectar a la relación, pero también es cierto que hablarlo con él o ella puede ayudar, resultar liberador y hacer que tu pareja entienda la situación. Trata de no poner excusas, háblalo abiertamente, explícale tu situación y no te guardes tu preocupación.
Descuidar la relación
Con el paso del tiempo y la llegada de la rutina y la monotonía es muy sencillo descuidar la relación. Como cualquier otra, la relación de pareja también requiere implicación y cuidado por ambas partes. Al principio están muy presentes los detalles, las muestras de cariño y afecto y el compartir tiempo juntos y, aunque es normal que con el tiempo esto se reduzca, no olvides que cuidar la relación implica encontrar tiempo para ambos, tener citas, compartir momentos y experiencias, ser atento/a y tener algún detalle, etc.
Falta de sinceridad
En muchas parejas existe una tendencia a evitar el conflicto a toda costa, bien porque no se cuenta con las herramientas necesarias para gestionarlo o bien porque idealizamos el amor de pareja entendiéndolo como la “media naranja”, complementarse y estar de acuerdo siempre, que lleva a una falta de sinceridad entre ambos. Así, se puede llegar a ocultar información, mentir y no hacerle partícipe de nuestras preocupaciones, deseos, necesidades, etc. Todo ella debilita el vínculo entre ambos y, por tanto, se trata de no olvidar que tener una relación sana implica tener conversaciones difíciles, saber comunicarnos y lo más importante, saber comunicarnos bien con nuestra pareja.
Rigidez o falta de flexibilidad
Cada uno tiene una forma de pensar y de actuar diferente, y es algo que todos sabemos. No obstante, esto puede deteriorar la relación de pareja cuando no se llega a un punto en común, ya que implica que siempre va a tener que ceder alguien. Con el paso del tiempo aparecen sentimientos de desmotivación, frustración, desinterés, etc., en la persona que suele ceder y, por tanto, se deteriora el vínculo entre ambos. Se trata de escuchar y respetar las costumbres, pensamientos y formas de actuar de la pareja, adaptarse el uno al otro y trabajar de forma conjunta para llegar a un acuerdo y construir nuevas dinámicas relacionales.
No perdonar o resentimiento
Somos personas y podemos equivocarnos, también en nuestra relación de pareja, y cometer un error en un momento no implica que tenga que repetirse en el futuro. Cuando “perdonamos” a nuestra pareja, pero sigue existiendo rencor o resentimiento, la relación de pareja se ve afectada ya que la vivencia se recuerda y se saca a la luz a la mínima generando sentimientos desagradables en ambas partes.
Es importante conocerse, saber qué cosas puede perdonar cada uno y cuáles no, qué se necesita para poder perdonar, actuar en consecuencia y, sobre todo, aprender a que eso que se ha perdonado quede en el pasado y no condicione el futuro.
Una vez revisadas algunas de las actitudes que dañan la relación de pareja, es importante comentar que se puede trabajar en diversas áreas para que esto no ocurra, para que sepamos manejar y gestionar de una forma más adaptativa la relación sentimental y, por tanto, que sea más sana.
¿Cómo afrontarlo y mejorar tu relación de pareja?
Mejorar las habilidades de comunicación
Tal y como comentábamos, la comunicación entre la pareja es uno de los pilares para la construcción de relaciones saludables. En este sentido es muy importante que tengamos las herramientas y estrategias necesarias para poder transmitir y expresar nuestros sentimientos, pensamientos, puntos de vista, opiniones, etc., de una forma asertiva.
La asertividad implica comunicar de forma clara y directa, siempre desde un marco de respeto, saber escuchar y establecer límites, y no juzgar ni etiquetar sino tener una actitud abierta frente a opiniones o creencias distintas a las propias.
Esta habilidad se puede entrenar y, por tanto, mejorar a través de un conjunto de técnicas que ayudan a ser más conscientes de la importancia de detenernos hasta que se pueda ver la situación con una mayor distancia emocional, de forma más clara, y así no reaccionar de una forma que, en realidad, no queremos.
Trabajando la asertividad se refuerza el vínculo de la relación ya que se reducen los malentendidos y el sentimiento de ofensa o ataque, se gestionan mejor los conflictos, incrementa el compromiso y la confianza y promueve el entendimiento, el sentirse apoyado, respetado y escuchado
Trabajar en la gestión y regulación emocional
Todo lo que nos ocurre y vivimos genera y desencadena una respuesta emocional; conocerse, saber qué emociones vivimos de forma más intensa, cómo las sentimos y cómo nos hacen reaccionar, así como contar con estrategias y habilidades que nos permitan regularlas y disminuir su intensidad, es un aspecto crucial para quitar poder a la parte emocional de nuestro cerebro y dárselo a la parte racional, aquella que nos va a permitir establecer un diálogo desde la calma, serenidad y tranquilidad.
El autoconocimiento y la gestión emocional también se pueden entrenar y son súper importantes para no caer en la tentación de discutir o luchar por tener la razón, para no ceder a nuestros impulsos emocionales y para saber cuándo es adecuado discutir y cuando no. Todo ello va a permitir tener en cuenta otras perspectivas y puntos de vistas para llegar a un término medio, a un acuerdo.
Trabajar en la responsabilidad afectiva
La responsabilidad afectiva en una relación de pareja consiste es ser conscientes de que nuestras palabras y acciones tienen un impacto emocional en los demás, así como responsabilizarnos de ello. Por tanto, implica cuidarse mutuamente, establecer límites de forma conjunta para mantener el respeto entre ambos, comprender cómo influyen nuestras acciones en la pareja y practicar una comunicación clara, honesta y respetuosa sobre nuestro mundo emocional.
Esta habilidad puede mejorarse una vez somos conscientes de la necesidad de cambiar nuestra forma de comportarnos con la pareja, favoreciendo una comunicación empática, asertiva y respetuosa y dejando de lado la invalidación emocional, no ser claros, incumplir con acuerdos establecidos, creer que la otra persona tiene que adivinar los sentimientos, necesidades o pensamientos propios y ocultar información sentimental relevante.
¡Esperamos que este artículo te haya servido de ayuda!
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